4.17.2010

Capítulo 2 - Parte II


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Lo que le faltaba al bueno de Arturo. La chica había encontrado ayuda para escapar, y ahora su amigo lo sabría todo. Estaba convencido de que ella no habría dudado en relatarle lo que había visto al rubio, y estaba seguro también de que la policía no tardaría en ir a buscarle si no se daba prisa en asesinarlos a ambos. Una llamada al móvil interrumpió sus divagaciones.

—¿Arturo? –preguntó una voz áspera.

—¿Sí, señor?

—Lo hiciste bien, ¿no? –quiso saber el interlocutor.

—Todo salió perfecto –mintió. Sabía que si su jefe o el cliente para quien había llevado a cabo el asesinato se enteraban de algo, él era hombre muerto. Y no tenía ninguna gana de probar el filo de su propio cuchillo. Eso era cosa suya. Se encargaría de que sus dos corazones dejaran de latir y nadie se enteraría de nada. Para eso era un gran profesional y llevaba años en el oficio.

—¿Seguro? –al jefe le gustaba asegurarse de las cosas. La mayoría de las veces notaba cuándo algo iba mal y viceversa. La edad le había ayudado a identificar a los mentirosos, a los desastrosos, a los buenos y a los que no lo eran tanto. Era difícil engañar a alguien así.

—Seguro –mintió otra vez. Y tragó saliva.

. . .

Elicia se sentía mayormente confundida. Estaba despatarrada en la cama, leyendo el último tomo de su manga favorito, comiendo chetos, y pensando. ¿En qué pensaba? En muchas cosas. En Leo. En decirle a su madre sobre su pequeña aventura. En esa escena tan extraña que vio. En Leo. En hacer las paces con Alexis. Oh, y en Leo. Con un suspiro cerró el manga recién terminado, y en vez de coger el siguiente de la pila, escondió la cabeza bajo la almohada. Por alguna extraña razón, no se sacaba a ese chico de la cabeza. Era molesto, extraño.

Cogió el Mp3 que tenía en la mesita de noche y se puso los cascos para escuchar un poco de buen rock que le aclarara las ideas. Cuando tuvo la voz grave y ronca de Chad Kroeger martilleándole la cabeza, cogió el bloc de dibujo y se sentó con la espalda recostada a la pared. Pensó una vez en la escena que había visto de refilón. El cuchillo. La sangre. Empezó a dibujar. Su trazo era ligeramente tembloroso, y definitivamente podía hacerlo mejor. Arrancó la hoja, la arrugó y volvió a empezar.

En la próxima hora, haría eso casi diez veces.

Finalmente, cuando el dibujo empezaba a tomar forma, la música terminó. La habitación quedó en silencio, pero Elicia no se percató de ello, absorta en su dibujo. Cogió un lápiz rojo para remarcar los últimos detalles…y sonó el timbre. El insistente sonido la asustó, ocasionando que en un mal movimiento, el dibujo quedara adornado con un enorme rayón carmesí. Echa una furia, se quitó los cascos silenciosos, y fue a abrir la puerta.

Fuera quien fuera, iba a morir.

Era Alexis.

La furia de Elicia desapareció repentinamente, para ser sustituida por una extraña vergüenza e incomodidad que nunca antes había sentido. No se habían dirigido palabra en todo el día, así que la chica no supo cómo comenzar la conversación. Alexis, en cambio, parecía tener muy claro que quería. La abrazó.

Fue algo repentino, y Elicia soltó una exclamación ahogada. Alexis nunca la había abrazado de esa forma, como si temiera perderla. Era…era diferente. El abrazo la ahogaba, no la dejaba respirar, pero en cierta forma era cálido, reconfortante. Estuvieron así un par de minutos, hasta que Alexis se alejó. Tenía una mirada triste, pues no había pasado por alto que Elicia nunca respondió al abrazo. Aún así, esbozó una sonrisa.

—Me lo debías. Al menos esto.

La forma en la que lo dijo, hizo que Elicia se sintiera más y más culpable. Cómo si realmente estuviera haciendo algo mal. Había estado mirando el suelo como si fuera la cosa más interesante del mundo, pero en ese momento alzó la vista y le sonrió a Alexis.

—Me he comprado el último tomo de Naruto. ¿Quieres pasar y te lo presto? Nunca adivinarás quien ha llegado a Konoha—le dijo de forma burlona.

Él se echó a reír mientras entraban.

Quizá aún podían recuperar la amistad.

. . .

Esa noche, Elicia estaba radiante, feliz como unas castañuelas. Nora, que acababa de llegar del hospital, la miraba de forma curiosa, preguntándose qué habría pasado para que la tristona Elicia que desayunó sin ganas esa mañana, se hubiera convertido en la reina de “happylandia”.

—Elicia, cariño—la llamó su madre, llena de curiosidad. La chica bailoteó hasta la cocina—. ¿Te ha pasado algo bueno hoy? Pareces bastante más animada que esta mañana.

Ella asintió con una amplia sonrisa.

—Alexis ha venido y hemos estado discutiendo sobre Naruto.

Nora alzó una ceja sin comprender. ¿Y eso la había animado tanto? Nunca comprendería cómo podían gustarle esos muñecajos que veía. Con un suspiro, puso a freír croquetas pre-congeladas.

—Hazme un favor y ponte a pelar unas cuantas patatas. Hoy no tengo ganas de cocinar…dios, ha sido un día agotador.

—¿El señor Díaz ha vuelto a intentar ir al baño por si sólo?

—No, peor. Paciente nueva, que se niega a aceptar el tener que vivir en un hospital.

Elicia rió mientras seguía pelando las patatas.

—Esas son las peores. En fin, ya sabes lo que dicen: Hoy fue un mal día, mañana irá mejor.

Nora la miró una vez más sin comprender de dónde salía todo ese optimismo. Mientras observaba a su hija, bajo la vista y se fijó en sus pies. Parpadeó un par de segundos confundida. ¿Vendas? ¿Qué demonios…?

—Elicia, ¿te has hecho daño en los pies y no me lo has dicho?

Elicia paró de cortar las patatas repentinamente y tragó saliva. Oh, no.

—Sí, bueno…es que ayer por la noche salí. Y me hice daño—musitó.

Nora empezó a enfadarse.

—¿Cómo pudiste salir si cerré tu habitación con llave?

—Eh…no sé, cosas del sonambulismo, ya sabes. Uy, llaman a la puerta, voy a abrir.

Nora se encontraba muy cabreada mientras veía a su hija correr hacia la puerta.

—¡Elicia Ibáñez Cruz, a mi no me vengas con esas! ¡Nadie ha llamado a la puerta, y tú te vas a sentar aquí, y explicarme cómo saliste de tu habitación!—le chilló Nora.

Pero cuando la chica fue a hablar, un sonido las calló a ambas. Un ruido potente, cómo si se hubiera roto algo de cristal. Corrieron al salón, dónde vieron la ventana principal rota, y un ladrillo sucio descansando sobre el parqué.

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Sentimos que haya pasado casi una semana entera desde la última actualización, pero hemos estado muy ocupadas D:
¡Gracias a todos los que comentan/leen!

3 comentarios:

  1. ¡Me encanta! Es muy interesante, y el tema es realmente original. Sonambulismo...no se me habría ocurrido ni en un millón de años!!!
    Seguid así, y no os rindáis. ÁNIMO CHICAS!!!!

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  2. ¿Les han roto la ventana con un ladrillo? Ay mamá, que mal :S
    está cada vez más emocionante, me encanta, no veo ningún fallo. Ays, está genial (:
    un beso fuerte!

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  3. ¡Chicas, que interesante es su historia!
    No tienen idea de lo entretenida que es :D me ha gustado muchísimo y como sale la trama de ese singular sueño. La forma en que lo relatan también es muy chuli y los personajes que han presentado :)
    Espero el próximo trocito, a ver con que salen ahora *___* Geniales :3

    Muás.

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